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BLÁNDEME

  















Blándeme:

En mitad del campo,
sólo allí que la encina enraíce mi carne,
el hinojo lata al son el tambor de sus flores,
la carrasca grite verdades del monte,
vereda quieta, enarbolada,
soledad disparada sin descanso,
sólo allí reinará mi alma,
en letras escritas en las hojas de vida,
las lindes teñirán de rojo y negro,
de tinta y sangre el resurgir del añil
aliento dibujado de toda vida en color,
del albor a la muerte en flor
se alzará mi latido con su amor.


El Castellano y Leannán-Sídhe

Renace en la piel,
en el albor sin conciencia,
hace más frío que antes
sentido muerto, caído
olvido yerto
raíz del ser
más callado que el invierno
avanza camina a voz
todo lo que he perdido
polvo de estrellas, hierro de océanos
piedra de montañas...
hazme recordar alas cansadas
cosas grises que te gustaba sentir
mi amada así sabes
horizontales que no puedo olvidar
ejes verticales de conciencia
sin dormir
danza la primavera del lugar
con mi soledad pintada
en la sangre de mis ojos
todo lo que veo teñido
la ilusión cae en gotas derramadas
cayendo congeladas
desnudo mi cuerpo en la penumbra
del segundo quieto
raíces comiendo mis venas
hojas de mi historia mustia, abatida
sentido muerto
viviendo por ver morir el momento
momentos atrás que cae el recuerdo
sin miedo, sin sentimiento
todo hirviendo
sólo este sarmiento de cuerpo
esperando que juzguen a su alma
libre de maldad
quién estará allí
quién vendrá a darme un camino que seguir
solo en la oscuridad
donde todo comienza
las sombras me reconfortan
y veo en luz mi vida
para encontrarte
algo que darte de dentro de mí.
Un amor rugiendo en la boca de la estrella.


El Castellano y Leannán-Sídhe


Diestro del mar a la montaña,
visten sus flores coloradas orgullosas y sentidas
cual caricia de su jardinero que las ama
el viento armado escala cual seco rayo
su sol enturbiado se paran las oraciones
hipsipila dejó su crisálida
en un caballo alado recorre sierras y sus manantiales
recolectando toda simiente desde todo confín
al inerte sombrío albor,
mientras su fría luz crece y camina
sin franca tapia ni verja que detenga su escalar
vuela vaga la libélula para posarse en su hombro
recio brazo arrido ninguna simiente cae a su lado inerte
que lleva que trae a su castillo olvidado
hechiceros de todos los reinos desvelaban que sólo
un reino se mantendría vivo
y no era el del humano ser
Hipsipila cabalgaba por naturaleza su religión
abarcando de la tierra a la lluvia
cual rayo cortado de Sol su cabello
los pájaros trinaban en su castillo
hipsipila siempre vivirá como invencible Sol.


El Castellano y Leannán-Sídhe

Lágrima del hierro:



Oh, la superior Oscuridad.
Escribo a la madre belleza,
que anida que crascita como bella dama graja,
olvidada, de lágrima inerte,
una sed azabache le envuelve,
sólida, al vítreo cristal mineral,
candente en fragua los astros milenarios,
al brillo metálico insoslayable.
brindo mi broncíneo dulzor.
De llama perpetua, y solo crisol
valles en piedra dormidos,
de brillo calizo.
y cuchillos férreos,
Era sobre una lisa pizarra,
una punta de flecha tallé,
de esquiva suerte, anhelante,
vine a dormir en sus alas y aguas,
que venía a plañir el río cuervo,
una morada, y un fervor indolente,

su belleza regente,
de mi visita en mi infancia,
un sueño fue y toqué otra vez su cielo terreno,
una luna azabache regía,
luna creciente su cuarto azabache,
mi compostura empedernida,
de trillas y espadas doradas como su tierra,
hoy en día,
por tener que besar,
hablo que me responde,
de la piedra a la bella simiente,
la belleza encontrada,
vestida de llamas y espirales nacientes,
en mi piedra bella,
y ámbar su libélula,
sangre las hadas ella,
tesoro intangible,
candor de aspas y molinos perdidos,
única al fragor de heladas grises,
patriarcales escarchas, miradas,
y solares que llora el cielo terreno.
hierro al hierro.
A mi `piedra de sangre.
le deberán cuanto he escrito.



II

Oh, si tu respuesta fuese,
ni muero, ni vivo,
soy sangre, viva-muerta,
como semilla del Sol naciente,
que te aguarda y espera;
hoyos suyos donde me recuesto,
a mi cuarzo, cristal de roca,
la transparencia, quedó ocupada,
de reloj en eternidad azogada,
empedernida ascua, de tiempo prendido,
silente como silencio reverberante,
azures contestan, 
su eterno segundo, que vi,
y embebí su éter;
su pureza de espejo.
vidrio inefable de rauda pureza,
Oh, caracola de remolino en carbono,
ventura del arte y ángel floreciente,
tu forma de espiral sagrada,
amada continuidad,
de principio sin final.

Oh mi magnetita de unión
y deseante imán,
y atracción férrea,

como mi amor a la sangre.
es arcano, místico sabor,
Bajo sello rúnico
este cuervo se alzará.
digno, pétreo, simbólico,
transmuto esta coralina esencia
que arde de compostura a regencia.







III




En auge mi amado mercurio,
oh, dios de dioses,
único sólido líquido, como lágrima precipitada,
alzar una lágrima de una telaraña,
es intentar capturarte,
oscura, sin poder secar del alma.

A este río vestigial, ancestral,
esfumo que alcanzo,
sones de su fractal,
que vine sin horadar su impronta eterna,
vine jabrando mis venas,
mi muerte, como reflejáis vosotros,
no es más que la estántiga bella,
mis reliquias, que besáis incesantes.
Vestigios formó la vida,
Inmutables.

Al hierro en mineral candente,
concibo, que mi sangre es solar,
en sed de forjarse,
lucero azul,
como se forja una lágrima las hadas,
cual oro cristalino,
sed de dioses,
en ámbar, oro líquido congelado,
vidas de tierra y savia,
oh madera fósil,
traspasando umbrales temporales, sucesivos,
sensitivos, como belleza que traspasa
y eriza la piel.
en brillo, áureo,
cobre nativo y bronce,
del fulgor en cristalizada,
la armónica abismal,
perfecta armonía.
En crisálida
y magia ancestral tu mirada diosa.










Förüq castellano Miguel Esteban








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