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Aeterna es la luz



Semper, imperecedera faz
de su halo eterno,
réquiem canta 
en bajo como en su altura, 
dominando el terreno 
y labriego sempiterno, 
infierno terreno,
que es la sombra de la vida 
llamando resurgir excelente, 
en trinchera y orden 
que trae la energía viva,
creo en la creencia, 
en la sempiterna caricia umbral, 
y reguero del fuego,
vida de la muerte 
y muerte que trae vida, 
creencia en el resurgir indemne 
que estira simiente,
yermo no es el cielo, 
yermo no es el infierno 
que es la Tierra,
vientre vestigial, 
cumbre de risco y hacienda,
que es lira 
que es honda música abismal, 
oh Musa,
qué luz trae tu oscuridad,
oscura brillantez, 
de vals en antorcha; 
fuera mi pluma,
siempre viva 
como rosa de piedra,
al espino amarillo de mi demora,
lanzo tu virginal pureza,
infausto es el esqueleto,
que teje la hilandera,
santo es su oficio,
vivo para revivir mi muerte 
en las vidas consecutivas 
que me aguardo,
hora de minuto, 
y siglo espontáneo, demencial,
era mi horrida sombra, 
que trae mi nogal,
no tendré sombra 
aclama la higuera del demonio,
ni beldad de esquela risueña,
es maldición que acoge mi siembra,
creo en la magia,
creo el el poder eterno del fuego,
mi Sol padre,
hierro del pagano;
Aeterna luz que hoy te habla.



Atento 
fdo. Förüq Miguel Esteban castellano

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