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En mitad un candelabro









I

Extinguía una ausencia,
que brillaba bajo una luz,
tosca, de  un sol de abril.
Calentaba su glándula en acre arcilloso.
Un barro que sostenía,
un charco que su agua
formaba miel roja.
El cubo sostenido de la rama,
colgaba mis peticiones,
sobre una plancha repostada
en muro de adobe.
El breve amanecer,
erguido en unas manos sonrojadas.
Ella en pie, sobre el polvo
de una tabla,
bordaba ínfimas costuras,
sobre su respiro valiente.

II
Mi cuchillo con pereza,
cortando un destello en negrura.
Encima, un eral
donde sembraban patatas,
dejaba pruebas, una ligera sombra
de un almendro silvestre de oro.
Que yacía como un dios sin nombre.
Escrita en sangre en su falda,
yacía mi testimonio,
como caligrafía de un cernícalo,
tragado por el árbol.
Era un vuelo de misterioso oficio,
bajo honda raíz de tomo,
enraizada la calavera,
siendo morada de tenebrios,
su follaje de pesadilla y bestiario.

III

Despierto los antepasados
de llama en el cobre
un candelabro.
Mis piedades como cruz,
de barro en cementerio,
fundido de parábolas
y nidos de tordos,
en sus cipreses.
Infundados en negror extendido,
volaban fantasmas y afectos,
como sentires de las tumbas.
El aire cantando, 
ladrones y brujas,
terreno de dientes,
calaveras rojas, y calaveras azules,
sin pérdidas,
historia de palabra relamida.



Förüq castellano Miguel Esteban a 16-04-2021

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