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Hija de la sangre granate

 





I
Lanzo pertinaz susurro
a un sigilo descendiente.
Ella, mujer de negro hilo,
que corta y defiende su silencio,
ensordecedor.
Como un silencio de la rosa azul
me alzo.
Ojalá creyese, que su misma voz 
me llama.
Mi soledad de piedra,
asilo duro de tierra noble.
Hemos volado tiempo,
como rama a la altura.


II
Recuerdo su púrpura radiante,
con mi rastrojo
de sombrío empeño.
Cegador.
A este fin del día
trabo canción
harto de ver muertes
en cada esquina
y cuchillos de mentira.
Espina no es, mi blanda juventud
de afán amparador
y brío, que camina espalda.


III
Mi olvido no alimento
ni con urgencia
caminan mis pasos.
Refluír como aliento
y Rivera todas mis rosas 
desangradas.
Enardecido un cuervo
crascita,
huérfano de divina voz,
de regreso a los altos cielos,
y una ausencia erguida,
con luz y aroma,
con el viento
trajo la noche.


Förüq



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