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Azur ventisca solar







I

Temblé entre dos montes
de tu cuerpo.
Una apertura de dos párpados
tibios,
subí el reguero
junto a una luna
semi llena de agosto,
alcalino, desenvainado.
Como un lúbrico
híbrido de incendio azur,
más allá de tus rosas,
la tierra yerma
me crió y brindó
más ásperos ajos
de los que caben en dos ojos.

II
Alcé un sentido
almibarado
dentro la azabache
herrumbre.
Grandiosamente
clavé un cielo de nácar
entre arpones
y su luna de nieve.
Construí pilares de suspiros,
y un acordeón
que bailaba
su ráfaga humeante
invisible.

III
Quise morir contigo
dentro la manecilla
de mi reloj Casio.
La mirada donde jugaba
mi gato
comprendiendo
al sargento de mi puesto.
Que dictaba nueve huesos
a la izquierda y que avance
seis más.
Oh, escuálido subalterno
era mi gozo entramado.


IV
Daré mi cicuta de lengua,
a la ventisca
por si lleva y trae lluvia;
segura, a tu caudal
ambrosíaco.
Entre dos perfectas canciones
de tus piernas gemelas.
Fanfarria sería
negar mi hombría
que la puse a pescar
en el Averno
resplandeciente y humilde.

V
Panida adorada,
Hija del sagrado Trigo.
Los ascetas te honramos.
Escribas, que mueren siempre
sin acabar.
Coraje, oh, eslabón divino
mi fuerza para amarte
más valeroso
que el lince tu ternura envalentonada,
dispone.


VI
No quiero reloj,
quiero tu mano,
comprendiendo,
y asando mi decencia
basta, quiero sangre,
la tuya divina.
omnisciente.
Embeberte a solas,
lejos del tercer regimiento,
las ganas te profeso.

VII
Entablar unión,
de alma y cuerpo
de noche sin uñas.
De día, ofrendarte
flores y ocasos,
como parpadeos
secuaces que indican
que aunque cierre ojos,
sigues dentro mía,
hasta tan profundo
donde se pierde todo sentido.

VIII
Y queda rebosante,
un vacío perfecto
del ser, y tener
no tengo, más que sangre
por eso, llama a la tuya,
la quiero poner a combatir
con la mía.
Por, debido, mi historia
por ti vive.



Förüq


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