Una clave de Sol y de su contrario Luna sempiterna, en un silencio que llora el azabache, expresando que ella es mi univeso, su dicha mi semblanza parda, sin ella no hay belleza, no hay alma. Quiere que la desnude, y consagre sus pétalos iridiscentes, como sagrada es su piel de ambrosía. Quiero cruzar sus rayos y telas líquidas, mis iris que nacieron destinados a ella, quise acompasar sus estelas, y halos de luz que trepan mis retinas, mi sinfónico fulgor es su preciado quilataje, compostaje será mi cuerpo, la energía, su fragancia. Será mi copa su boca, y viceversa, extasiado de su nervio silente enredaré su lluvia con mi nieve. El ocaso quedará preñado de placer nacarado. Las ganas serán metáfora, concordia serán las almas. Ella que nació para verte, felicidad de raíz a cúspide, en mi pechera vas prendida mi hiedra estelar. Sentirte como te siento, sin duda es victoria diaria. Suave la floresta más pulcra por ti versada. Reverbera de agraz cima silvestre, es temblar mi alarido ...
Parnaso devorado mar de sienes ingentes caricias, mísera era ala. Escalé mi dulce yermo y sonrojo acontece fiel de almíbar lira y arpa el serrín de destino, oh tormento jamás yerto, no te necesito, me necesitas fiel de asidero. Va mientras mi barca procurando paz de un conflicto nunca existió. y ella, dudo de su realidad; jamás mil máquinas parirán la Flor. Förüq y Leannán-Sídhe