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Bajo el signo de la luna azabache

 





Bajo el signo de la luna Azabache:



I

Me llama en la noche,

me acaricia su recuerdo,

con sus caricias desvanecerse

quiere;

y renacer en la oscuridad

del ocaso eterno.

Comprendiendo y llevando dolor.

Yo sin comprender su aparición.

Pero recreando su alma viajera.

sueños serán, pero cada día

la siento más.

En la belleza de imaginar

la complazco con la sencilla palabra

de amor a su alma

sin cuerpo.

Que me acompaña

desde que sufro por el querer.



II

Te busqué detrás de la estrella

más brillante del azul eterno.

En el suspiro de amor

que corre y descansa

entre la inmensidad de un parpadeo.

Entre la oscuridad que alcanzó

a ver la belleza que envuelve

tus imaginadas piernas,

adentrándome para reposar

siendo una sombra más.

Y te encontré en mi sueño

más cálido, en el cielo encerrado

que liberé.

En la noche que mi amor corrió

en tu flamígero seno,

y te amé aunque fuese un día

en la penumbra.

Para así no olvidarte nunca.



III

Manantial fulgente de inspiración

tu mirada tierna sin compasión.

Matices de esmeraldas

tu pupila enfrentada con mi pupila.

La golondrinera el aroma

de tu piel frágil y esquiva,

con sus amapolas amarillas

el color de tu áureo.

Un piropo, el suspiro

de mi amor eterno.

Que corre que escapa y vuelve

el cosquilleo.

Tu boca con mi boca bebiendo

del mismo agua del deseo,

tu piel con mi piel

avivando el ascua

del sentimiento preso.



IV

Resplandor de auroras en los recovecos,

donde se refugian mis ilusiones

en mi pensamiento.

Tu tez conoció mis manos

y mis manos te moldearon para su recuerdo.

Eterna batalla a la noche,

cuando noto tu ausencia,

la noche que galopa

y yo con palabras sufridas,

de nuestra vida sentida.

Ya no hay felicidad entregada

con besos y roce de nuestros cuerpos,

medida y entregada,

ya no te buscaré en esa nostalgia.

Me enamoré de la vida

y nada me falta

porque todo me llena.

Te volviste a pasear por mis sueños,

y en ellos nos reconciliamos.

Vuelve a mí el dulce tormento

para vivir soñando

con el recuerdo.

Y amarte soñando despierto.



V

Noche en vela de navegante

sin destino,

noche despertada,

por la luna.

Y acariciada por sonrisas de estrellas,

cercanas y lejanas

según sean miradas,

a través de la copa de sangre

o con la nostalgia del corazón.

Luz a la vela que ilumina la pluma;

tinta de ánima mezclada

con los recuerdos de una vida a tu compañía,

pasada, con hielo y fuego, con besos

huidizos y fulgentes,

eternos y efímeros,

con sueños rotos,

y días de amor

a la sombra de tu reflejo,

disuelto por el embiste del tiempo,

que partió mi corazón en dos y un cuarto,

en el que me alimenté de las rosas

y flores desangradas.

La copa de sangre

en recuerdo

de una sonrisa que resplandeció.



VI

Amada mía te escribo esta noche invernada

detrás de la estrella apagada

que yo te amo amada.

Luna mía, tú mi flor que brilla

luces bonita, estrellita mía

sólo tú eres mi vida

runa azabache mía,

jamás se apagará tu boquita,

que llama a la mía.

mía sólo mía,

mi flor de luna

sólo para mí encendida.

Yo nací para tus ojos,

madera de los cipreses.

Yo sólo soy escarabajito,

yo camino despacito

de tu mano, duermo contigo.



VII

Sólo soy lo que tus ojos

dicen de mí.

Sólo soy amor, vivo en ti;

yo nací de un rayo de sol,

dije soy fuego sin más razón;

de mí la sangre huyó,

yo sólo viví como flor

al muerto le di helor,

porque yo viví solo, solo

como vive la flor

pero ni aroma tuve

ni tuve color,

sólo tuve polen carmín rojo,

que a la tierra llegó.



VIII

Muerto vivo, si no te miro;

luna muerta vi encender

y a mí llegó.

Para yo decir viví, fui, amé,

reí, y con su amor

digno orgulloso sucumbí,

hasta de su boca morí

pero un día desperté

frío como sol que fui

y ella huyó de mí.

Así mi condena

cuando yo muero,

ella vive por mí.



IX

Amada inspiración lejana

o cercana, según seas mirada,

del interior embelesada

alma de mi alma,

espíritu sin nombre.

Destello sin horizonte.

Luz atraída cual estela indefinida,

venda que el ojo no vea;

orilla de mi barcaza,

sin suspiro, ni terraza

cruel hornaza,

letanía sin lejanía.

Ni caricia existe

sin manos que te modelen cual arcilla,

lugar de mi lugar sin hallar;

bello templo tu mirar.

Ni beso existe sin sentimiento inicial.

quién afortunado

que en mitad de la rima,

muriese para no cesar.


X

Cuidarte, un esmerilado sino,

sin cosecha mortecina

ni pensamiento enemigo,

soñarte, y el sueño

la vida trae,

acabar hendido de la expectativa

llorar savia atisbando ser sangre de tierra.

Abrazarte a las tres de la madrugada,

sentir que tu cariño me velaba,

contruir un tiempo de sentimiento,

no de un mero invento,

que se inició y ha de acabar,

inicio sin final propuse,

como comienzo que abarca pero nunca inició.

Sangre de inocencia,

es bondad ciega,

voy lamiendo tu cumbre,

sin esperanza ni dulce futuro.

Pero con la fortaleza

que yo soy por siempre

la noche y su rebelión

de esquema.


XI

Mirada obtusa a la vela

y el candelabro,

un borbotón de densidades que caminan rebrotan,

como lienzo inagotable,

una conciencia fría de agua.

Me desdoblo,

para descarnar esta figura que me acecha,

y choca en luz proyectándose

en opacidad.

No tengo sombra y cuando la veo,

siempre digo que juré alcanzarla.

Matiz insobornable

ganar tu aprecio

sin despedir,

esta injuria inmortal,

de sed de sangre.



XII

Adorar es amar sin razón,

embeberte hasta se llene el corazón.

Principio de causa

es construir casa por el tejado,

revivir algo irracional,

que ni sacia a la estúpida razón,

no veo problema en darte todo,

porque es sabido,

que entero me siembras, tú.

Mi dulce tormento.


El Castellano



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