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Bajo mis dioses

 

























Nombrarte, no deja de ser abanico primigenio,

sin conocer tu nombre,

es como pedir el nombre de una rosa azul y roja,

de tinta que baila tu agua Musa,

Ardiente y dulceza en clareza,

en mitad cualquier estación ficticia,

donde nunca brilla el ocaso y el alba llora inusitada centellas,

de tu clarividencia hermoseando,

oscura onda de un presente amilanado,

donde todo desliz no muda a enturbiarse,

tu alegría me siente,

desta traslúcida fuente,

donde tormento jamás puede darse,

sin dar cuentas al dulzor tu sien,

otro afligido ya no lleva mi nombre,

como pudiera compararte mi hidra bella de Lerna,

ni descansa ni está enfermo mi contento,

severamente afilado,

bien morir seria no escribirte,

hermosura,

trinchera de tu humano ser,

ojos de gato enfocados,

a tu columna de marfil de cuello,

imaginada senda de ave descuidada,

oh , ensoñación,

de mi alma casi en poso,

tesoro de puro engaño,

mentiría si digo,

que no te quiero,

impido llenar con soberbia mi plaza,

ni de adularte ningún favor despierta cariño,

vena robusta casi arteria era,

cromo cendrado y maleable,

sería buen metal,

iridiscente y templado,

suave y rígido,

bañado por tu plata engendrada del ascua milenaria,

que otorga y jamás calla.


Förüq castellano Miguel Esteban


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