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ELEGÍA TERCERA

















Diestra escribía la tarde,
envuelta de ojos,
cantando con mi soledad multiplicada
este sol que nunca muere
que nunca ha de morir,
miraba mi mano que él escribe,
camino las llamas tersas,
no tengo miedo,
de esos cristales
ni de su espejo ardiente,
quién escribe por mi mano,
que dueño pudiesen tener estas letras,
escucho ángeles llorar,
gimiendo mi nombre
hendiendo mi mano vetusta,
luz, oh luz lisonjera
que te hiendes descarnando mi pecho
de espiga y ababol,
limpias esta herida sanguinosa,
virtud justa como ciega,
siento mi regente crepitar,
llamando,
llamándome,
sin llegar a ningún parco final
mares de tiempo
que naufragan en mi carne,
elegía de hoja repleta,
haz que me crezca
hirsuta,
mi tinta difunta
forrando mis casi veinte años
escribiendo a mis soles difuntos
y lunas derretidas en albas puntuales,
haz que desborde mi sangre
en río todas flores desangradas,
este sueño que me enraizaban tus versos,
y planeaba seguir viviendo,
siempre para ello,
vidrio inefable que no ocultas
el ímpetu ni fuerza,
que corren y danzan en mi espalda.


Esteban er-lobo bohemio

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