Silbido de la sangre: I Claman verdades de la tierra por nacer y resurgir la quietud estameña, sobre la misma tierra el eterno ciclo de la vida, como traje de la mujer soñada, muerte en memoria hilando recuerdo vano. Resurrección como caminillo de hormigas por la soberbia de la simiente al albor de sangre sin condición. Yo soy por siempre miel de infortunio desaconsejado. Así como dura sonrisa y guiño besado. Al azar de la existencia efímera esencia del crepúsculo más sonrojado; apellido y nombre que nada representa como resplandor de la centella vil chisporroteo sin sonar, cargo el silencio y el infinito de mi verbo a lomo de frialdad en escama resopló en la montaña sin nombre latido de mi húmeda lombriz azulada, de mi tierra que jamás tuvo dueño latido sin final agua de manantial núbil destelleo, va girando mi vida por enraizar yo soy siempre sendero de sierpecilla inútil, con el manto de su desnudez violenta. El eterno comienzo sin final aullido del viento, arena en una gota de llu...
Parnaso devorado mar de sienes ingentes caricias, mísera era ala. Escalé mi dulce yermo y sonrojo acontece fiel de almíbar lira y arpa el serrín de destino, oh tormento jamás yerto, no te necesito, me necesitas fiel de asidero. Va mientras mi barca procurando paz de un conflicto nunca existió. y ella, dudo de su realidad; jamás mil máquinas parirán la Flor. Förüq y Leannán-Sídhe