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Día 6, -Oda del morir noble

 













ODA DEL MORIR NOBLE


La muerte noble

era como un Sol negro,

donde acudía, todo río las almas y flores desangradas.

Era un otoño eterno donde no aguzaba

otra estación alguna,

Perséfone, entonaba hilando su Lira,

abisal, helando toda nota desde subsuelo,

erizando cuerpos y ánimas,

era ya un suplicio invernado,

en festín de Baco entre cisnes negros

del rubio Apolo,

bailando sobre la Estrida, en círculos,

Airón abría reguero su pozo,

y cauce yerto,

entrase y regase el bosque umbrío de Cumas,

yo, que iba en Odisea montado,

de travesía con mi hada de profundidades,

Señora Hada Leannán-Sídhe,

no tenía miedo de cruzar el Averno,

debido no existía alma ni criatura

me hubiera hecho merecedor de mi noble muerte, gloria,

de reposar junto a mis hermanos 

en el Valhalla.

Sangre, sangre, éter carmín,

escríbeme tu funesto devenir,

sanguinoso que te haré

mi esposa,

y no a la noble parca.

Sangre; oro carmín,

esencia de estrella,

magnificencia enfilada,

desfilada, entre

su polvo rudo

de estrella.

Vigía ante la negrez,

de toda parda noche;

sumisa que todo

su oscuridad devora,

trance insumiso

de parco destino,

en la dificultad

inmoble me alumbre.

Hoy me estoy midiendo,

ante un espejo cuarteado;

mi futura sola muerte.

Invectiva dictada

que resumo,

ni quiero,

pero permitir tengo, eternamente.

Parda noche

que avelas dulce sombra,

que eres bella.

Designio del caballero,

solo en la trinchera,

bohemio sin tiempo,

saturnino velo,

a su tierra,

siendo ella él y él ella

mi pólvora y sangre

de mi morir noble

bandera.


Voy rumbo

al tañer tercero

que marca, que dicta

se complete mi hoja.

En mi libreta

se despliega mi crisol

de acrisolada vida,

un impás.

Como un soliloquio

hablando con mi Quimera,

Leannán-Sídhe.


Honda pesquisa

soslayo del trueno, rayo.

Nacer se nace no para vivir

pero sí, para acabar muriendo,

no se muere por vivir,

se vive para morir.

Me relego al cisne de Apolo

y al hondo Mercurio.

Estrépito del crascitar

de su cuervo,

del Parnaso devorado.

Alas blancas que su negror erizan

sus ascuas tintineantes.

No poseo, ni es mío

Azaroso cuervo

mi letra de crascitar

en tres tañidos mi Sangre.




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