Amapola silvestre, llévate mi sangre a las entrañas del inframundo así como tus pétalos, elevan la sangre de los suelos, que tus raíces, me conduzcan al tercer reino. Oh, espino amarillo, que bajo tus espinas, han visto infinitud de cal varios nacer los montes y senderos, que todos llevan al mismo sitio a perderse en el elevado espino de tu luz. Oh elevado, cuál sería tu misterio para dejar a este escriba absorto. Brezo silvestre, sin miedo, tras el olivo te vi crecer, y una manzanilla cerró junto con el verso de la caléndula arvensis que tapó con sus pétalos en cuña, al caer la luna al cielo. Hervor del sol de mayo, despertando el ojo de la tormenta, necesitando más savia, para respirar, señores cardos bordean el sendero a mi secuencia presa en el arañal mi suerte, visité hoy su familia de arañas, como cada año, ellas, que siempre están porque nunca se fueron, bajo mi olmo de impía mano, plantado, su vena de...
Parnaso devorado mar de sienes ingentes caricias, mísera era ala. Escalé mi dulce yermo y sonrojo acontece fiel de almíbar lira y arpa el serrín de destino, oh tormento jamás yerto, no te necesito, me necesitas fiel de asidero. Va mientras mi barca procurando paz de un conflicto nunca existió. y ella, dudo de su realidad; jamás mil máquinas parirán la Flor. Förüq y Leannán-Sídhe