Ir al contenido principal

Cristal de pulso



I
Por mis manos,
casi se deslizaba y tanteaba,
diestra, de azar su pluma.
De metal,
casi deslizaba
vapores y humo rojo,
de una hoja de patata,
asumido tajo,
sobre mi escritorio.
Un clavo carraspeaba,
hendido la pata de la mesa.
Era suficiente tiempo innecesario,
para volar sobre espalderas de parral,
imaginario,
y ver oficio una trilladora casi gastada,
de oxidado diente.


II
Zigzagueaba un torso tenso,
surcaban los arrietes
mi arado precoz,
su sonido de suelo,
en guijarro sembrado,
colgaba una bota,
medio llena.
de la sangre brinda,
de la tierra, Dionisio.
Sobrevolaba la cabeza
el azadón, buscando
alto y enervado tallo de patata,
hundida exuberante.
Repleta, por embalses de tinta,



III

Mi pluma ya parecía aguja,
cosiendo un telar,
de vida a reencontrarse,
con su esposa muerte.
El torno tenso
era un bólido de alfarero.
Miro abajo y entre la grama,
pulgas sonríen,
y bailan a un plenilunio
ostentoso.
Ya el tábano que suerte 
vuela el cerro,
suertudo, buscando,
depósito de vida o sangre,
o los dos.



Förüq castellano Miguel Esteban

Comentarios

Entradas populares de este blog

Oda al caracol silvestre

  Caracol silvestre, caracol serrano. Te escribo caracol del camino enervado ¡Oh tus fauces! Blandas que muerden su estadía alimenticia. Del romero al tomillo, desde la jara resinosa, al brezo flamante. Tu deslizar por el terreno húmedo, de la amapola a la caléndula arvensis con su savia dura. Desde el musgo a la piedra igual a la siguiente; idéntica a la anterior. Oh caracol, judío blanco, oh caracol marrón de todo jardín, caracol estriado la pulcritud de carbono de tu casa, mi casa. Miguel Esteban Martínez García UME unidad media estancia Guadalajara

Pioneer

 

Al Duero

        Duero: Grita mi estupor y cuchillos hieren volteando una boca que la onda mece flameando. Se duerme la costilla en el altiplano enjutado de hayas y fresnos recuerda su geología únicamente saboreada por el soñar de los picos, virginal cuna del Duero con tus curvas en rotonda de castizas fuentes y abrevaderos, dulce azada de agua que bascula el sentir de la enamorada palabra, por cimas tu voz se hace meseta haciendo el amor con los pájaros dormidos, templo y morada de la cepa que a ti te alcanza, agua furtiva corre por tu era y reposa en tu infinita onda, que se riza, que se insinúa en vaporizadas Torres de belleza, que en tu alma anidan, sortilegio de rosa y clavel cenit del dolmen tallado, quién a ti en la vastedad del ser en su pecho te lleva prendido el fuego en fanal hoguera en anchos panales de tus abejas. Cuentan de la vida del chopo tus diez mil espumas, que por sierras tu rúbrica dejas, navegante con alas azules el terreno que jamás te vence, secretos...