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La poética del silencio, Sol mortal



 





      “Porque el silencio poético es un alto grado de silencio; él es el que nos libra de lo opaco de los signos y de las torpezas de la lengua. No es un silencio vacío, es un silencio excesivamente lleno y hasta desbordante de sentidos silenciosos: un silencio trascendental.”

      Luis Armenta Malpica 

Para Luis Armenta Malpica, la paradoja de la poesía es “evocar por medio del lenguaje lo que, por esencia, escapa al lenguaje” (2006). Dice este poeta jalisciense que la poesía se manifiesta en los ámbitos de lo que se dice y del silencio poético, significativo, que libera el poema de la torpeza del lenguaje, el denotativo, trivial, estereotipado, para sugerir las esencias que eluden el lenguaje mismo.

El término silencio poético fue acuñado por el pensador rumano Micea Eliade en un análisis de la poesía de su coterráneo Lucián Blaga. Se identifica con lo inaudible, un tercer incluido entre el signo y el sentido, aplicando el axioma del también rumano Stéphane Lupasco (“Logique et contradiction”, 1947) en el que, en reacción a la lógica aristotélica, plantea la transdisciplinariedad y la posibilidad de la unidad de los contrarios. Al tercer incluido Lupasco lo llama “estado T”, el cual no es potencial ni actual sino ambos. De aquí han salido también implicaciones en física y en teoría del conocimiento.

 La manifestación de la poesía en el poema, señala Armenta, sucede de diversas maneras. Por una parte, a través del espacio en la presentación tipográfica o lo sugerido por medio de figuras retóricas y, por otra, mediante la alusión a lo inefable, aquella realidad cuya existencia es intuida por el lector a partir de un imaginario tropológico en el texto. La primera manera viene a ser la poética del signo, la poesía encarnada en la lengua, y la segunda, la poética del silencio.

 La poética del silencio y la evocación de lo inefable se relacionan con la idea de Rilke cuando escribió que “la mayor parte de los sucesos son indecibles. Suceden en un ámbito que nunca holló palabra alguna. Y más inexpresables que cualquier otra cosa son las obras de arte” (Cartas a un joven poeta, 1906). Dice Armenta que cuando Blaga escribió “A la vida no le debo ningún recuerdo, pero le debo mi vida entera”, el sentido global de este verso no depende del significado que tienen las palabras en sí, por separado, sino del salto que juntas provocan hacia otro nivel de realidad.

 Dentro de la tradición poética mexicana, la idea de sugerir las esencias que eluden el lenguaje va en sintonía con la idea de José Gorostiza cuando, en sus Notas sobre poesía, escribió: “[L]a poesía, para mí, es una investigación de ciertas esencias —el amor, la vida, la muerte, Dios— que se produce en un esfuerzo por quebrantar el lenguaje de tal manera que, haciéndolo más transparente, se pueda ver a través de él dentro de esas esencias”.

 Bibliografía:

    Armenta Malpica, Luis. “Cartas de navegación para una ciudad terrestre,” A contraluz. Poéticas y reflexiones de la poesía mexicana reciente. Ed. Rogelio Guedea and Jair Cortés, México: Tierra Adentro, 2005: 167.

Armenta Malpica, Luis. “La poética del silencio”. Armas y letras. Revista de la Universidad Autónoma de Nuevo León 52-53, 2006. 16-14.


Sol mortal:

Festeja suelo terreno,
el nascimiento su hijo ermitaño,
con gozo de vírgenes y Sátiros,

él se ha dado

al servicio,
todo lo que estira el alto cielo,
mil flores le aúllan su dicha

contento que en Virgen

él ha nacido,
impetuosa señora,
que no amancilla moradores

ni leones.

Él atronadizo de la humana gente,
porque nace del testero

la emperatriz del sereno cielo,
de caudal y culpa ajena,
el día que naciste Musa,
festejó el mundo mi letra que es tuya,
por los siglos pasan y no vuelven,

aquel día

que el dios de dioses fue creado,
no hubo pecado
que no ganara el valiente

a ojos y oídos precoces,
oh profunda alteza,
del símil y una golondrina
concebida,
trabajo de semblanza

de tormento alegre,
y saber obscuro,
víspera en dulceza,
de mi eternal reposo.
Triunfo angelical,
tu suave miel,
suelo que espera victoria

su ermitaño en semejanza,
estado quo,
primor de galaxia,
la materia que gira

como templo y religión
de la no-vida
llamaron Naturaleza.

Mis ansias ya caminan viran,
y miran, cercada el alma

por el reflejo mi pena infernal,
llamé mordaga,
subrepticia la lisongera noche,
idioma de un astro muerto,
de luz mortal,
y flor en tierra
llamaron Perséfone

que trae la vera del primor
cuado retorna a la entraña
su dios apagado,
eternamente vivo.



Förüq Esteban el castellano




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