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Mostrando entradas de enero, 2022

Reseñar lo difunto

  Escribir lleno de vacío, de silencios, como huecos, donde replegar resiliente intelecto de toda luz, símil de casa diáfana, del menos nombrado, en altitud de sus miras poéticas inabarcables. Rectitud, alta poética  y tono de claridad diáfana altura sus palabras dónde,  su figura y contorno poroso, que luz no repele atravesar, cima sin base ni pedestal. Estas hojas de sacrificadas heridas,  de corte regidor, verde bucle que avanzo, agua limpia que no lloran ya mis ojos, cabellera distraje completa de aire, camino la sombra de este mi amor pudiente,  inmensamente onírico, mi noble razonamiento sin rezar, resucitando y haciendo vuele mi paloma de anís y agua, este viaje lo segundo más bien, agitando voy mi denso acorde. Sin fluctuaciones vanas, ni secas a morir, melodía de órgano temprano, que sube su prisa. En dulce tierra,y su cripta, que aletargada. Desciende mi sendero, alíate con quimeras malvas y tímidas hadas placenteras, y sumisas a este. Hablé de poner p...

Reseñar lo difunto

  Escribir lleno de vacío, de silencios, como huecos, donde replegar resiliente intelecto de toda luz, símil de casa diáfana, del menos nombrado, en altitud de sus miras poéticas inabarcables. Rectitud, alta poética  y tono de claridad diáfana altura sus palabras dónde,  su figura y contorno poroso, que luz no repele atravesar, cima sin base ni pedestal. Estas hojas de sacrificadas heridas,  de corte regidor, verde bucle que avanzo, agua limpia que no lloran ya mis ojos, cabellera distraje completa de aire, camino la sombra de este mi amor pudiente,  inmensamente onírico, mi noble razonamiento sin rezar, resucitando y haciendo vuele mi paloma de anís y agua, este viaje lo segundo más bien, agitando voy mi denso acorde. Sin fluctuaciones vanas, ni secas a morir, melodía de órgano temprano, que sube su prisa. En dulce tierra,y su cripta, que aletargada. Desciende mi sendero, alíate con quimeras malvas y tímidas hadas placenteras, y sumisas a este. Hablé de poner p...

Poema de 2012

 

Poema de 2012

 

IX

IX Derrites mi estampa fija al ardor de tus ojos marrones este hielo mío alzado, miradas obtusas entre la ventana al infierno, deslices quietos se cuelan por abismos dibujados, escucha el sonido de tu grillo, estira su sol mayor, allí donde la luz que le daba calor era ausente, crepitaba entre yedras, el amor a su espiga naciente, ababol entre fulgores silvestres tras él el sendero agrietado por donde nacía el río de todas las flores desangradas, lirios negros acompasaban su orilla, llegando al manantial eterno, de Hipsípila y su reino, ocasos sonrientes, entre miradas complacientes, el único reino se estremecía, derretían sus pilares, la oscuridad hizo manada, el día tornó noche cabalgada, vapores exhalaban las esencias que todo conformaban, los cauces olvidados se llenaban de sangre los ríos lucían su rojo brillo con hematite, la realidad había cambiado, los colores lucientes de los suelos eran dominados por tonos mustios, cual era de la penumbra, los mares eran seña de brea encendid...

IX

IX Derrites mi estampa fija al ardor de tus ojos marrones este hielo mío alzado, miradas obtusas entre la ventana al infierno, deslices quietos se cuelan por abismos dibujados, escucha el sonido de tu grillo, estira su sol mayor, allí donde la luz que le daba calor era ausente, crepitaba entre yedras, el amor a su espiga naciente, ababol entre fulgores silvestres tras él el sendero agrietado por donde nacía el río de todas las flores desangradas, lirios negros acompasaban su orilla, llegando al manantial eterno, de Hipsípila y su reino, ocasos sonrientes, entre miradas complacientes, el único reino se estremecía, derretían sus pilares, la oscuridad hizo manada, el día tornó noche cabalgada, vapores exhalaban las esencias que todo conformaban, los cauces olvidados se llenaban de sangre los ríos lucían su rojo brillo con hematite, la realidad había cambiado, los colores lucientes de los suelos eran dominados por tonos mustios, cual era de la penumbra, los mares eran seña de brea encendid...

Ceremonia terruña, roto el nueve

  Ceremonia terruña: Tiempo que era llanamente hondo, como pozo sin poso, ni fondo, severamente profundo, como fantasmal visita sobre lazo silencioso, buscaba yo tamborileo grave, entre hileras sordas enre nuevas flores de trompetas de los ángeles, danzar entre círculos de grama húmeda y corajes de aventar nuevas espigas de olor a yesco trébol rojo. Hice una hilera de guijarros; preparé mi propio templo con torreón y almena nueva, un foso bordeando y cuidando mi nueva siembra de ababoles, templo asilvestrado con urna para ofrenda y depósito nueva agua virginal, era suficiente de tiempo insuficiente a nuevo otoño que comenzaba, con olor a hojas de chopos arrebatadas, y majuelos agudos en espinas, rebordes cardillos de las damas erigiéndose tempranamente, maduraban los tomatillos del diablo, solanum nigrum que ni caracoles resistían sus lustrosas hojas morder, las colas de zorro ya se divisaban aventando terreno de su nueva simiente, afinaba mi cuerda tendido a ras terreno, sembrado...