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Osadía en clave solícito






Oficio arde
del dulce mirarte,
y ojos dulces
no hallen tristura
ni en la paz de guerra
armada ventura,
llorar puedan
orillas suaves,
entre sargazos
y plebeyas sienes
caracolas
y espumas de olas,
tronos de sirenas
entre sajadas
marejadas entre tules
y densos, profundos azules,
ay de mí espuela
y sus noches de tierra
de ventisca
y tormentas de soledad,
ideal aún yacente
animaba tus pechos
graves cuan pedernal.
La más bella
que en mi lugar
sólo belleza hallaba
a reclamar
mi bella doncella amapola
de oda y elegía en sangre
su tierra toda.
Escucha mi ama
de tu cárcel
ni en ojos
ni en rubores
encuentro llave
tus cerrojillos vida,
dicha y fortuna
en flores no me descubran
ni fuga ni huida
que todo destino
sólo a ti me precede
a cuidarte,
servirte
y amarte
como todo dicta
qué alegría
eres, niña de amapola.
Canción
de tornasola.

Förüq castellano er-lobo bohemio a 24/07/2020



Osadía en clave:

Venga, venga cantando,
la sola idea en hoguera,
del oficio que arde,
su desquicia alada,
De campo yerto;
que por yerto no es campo,
si no hondo cementerio
de acristalada secuaz, idea.
Eco ciego de purísima imagen,
crascitaba mi tiempo,
quemo pensado,
era mejor que si luz,
no hubiera visto.
Sonaba ya una matinata,
del alba nocturna sin calzas,
ni categoría difunta.
Cómo estancia de estela breve,
sin descorchar.
Reinaba un hueso de luna,
descalza de un noviembre
que lloraba, nubes y agravios,
penas y tormentas en flor.
Traje de bruma,
sombra en agua de señales
en tierra y sus tordos
escarbando en busca
de lombrices azuladas;
de ideas que prevalecen,
como venas de senderos,
como laberintos
dando vueltas a la peonza,
del mismo asunto,
sin vida, sin embargo,
era bonita idea,
por la que morir sin pensarlo,
sin crueldad acrisolada,
ni mentira sin conocerla verdadera.




Förüq castellano Miguel Esteban

SABER DESCONOCIENDO

IV

El Infierno está lleno de buenas razones:

Por todas ellas,

avanzo, avanzo a quemarme,

toda tu belleza diluida

en una hoja viva en invierno,

tiempo de presentar mi cuchillo,

de único vigía tu amor,

mi color de ojos

como frío en gota azul,

minutos de una rosa

que expande en mi pecho,

y no cesa,

su estadía,

de fiebre en sed espinal,

como lentitud en una súplica que tiembla,

quiere a un sol libérrimo,

mi tibieza jamás ha pisado,

por ello bajo el cristal,

de una ventana difusa,

yo la he abandonado,

y no me llenan jactancias ni razones,

por certeza que la comenzaba a querer,

como nadie pudo,

no por ello,

el miedo a ser feliz incesante fue más fuerte,

que luna azul de enero,

un invierno dibujado,

que cruza mi mente y mi relente,

no pude negarme a bajar de su tren inmensurable,

para abrazar a mi soledad y pedirla disculpas,

en mi desnudez de estrella congelada.

Débil asunto traspuesto

a una noche de hoguera oscura

que todo avanza y en fuego pulcro,

de aspas llameantes el índigo sabor,

devora de su luz dormida.

A pluma fría y limo de suelo,

me despedí como se despide un Sol,

arredrado pero jamás vencido,

quieto,

solo,

y a fondo,

concedido,

en frío rayo,

luz como talco

de servil muerte,

noche de cera,

que en letanía,

llevaba mi esencia lejos,

donde no habitaba luz en el sueño,

eternamente despierto.

como demonio de traje y vestimenta que le hace,

sí, que le hace invisible de un camino acompañado

de una mentira verdadera,

Y una verdad falsa,

falsedad de una verdad es desear estar solo,

porque me despedí

como se despide, un caballero,

pidiendo permiso,

que fue concedido. 

 

 

Förüq castellano Miguel Esteban


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