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Silbido de la centella

  Silbido de la centella:

I

Claman verdades de la tierra
por nacer y resurgir
el eterno ciclo de la vida, muerte
y resurrección de la simiente al albor
de sangre sin condición
yo soy por siempre
Así como dura sonrisa y guiño
al azar de la existencia
efímera esencia
apellido y nombre que nada representa
como resplandor de la centella
cargo el silencio y el infinito de mi verbo
resopló en la montaña sin nombre
de mi tierra que jamás tuvo dueño
latido sin final
agua de manantial
va girando mi vida por enraizar
yo soy siempre
el eterno comienzo sin final
aullido del viento
hoguera crepitando la tierra del volcán
Río que acaba y resurge del mar
ese soy yo por despertar.
Resurgir:
Hoy las fuentes bullen
los ríos desbordan
las vidas dejan sus grises
de invierno y sonríen
al alba de la lluvia
que toda vida mece
sal al jardín ayer sembré mis ojos
esperando que la tierra fuese sangre
las raíces mi boca
y la planta mi cuerpo
para con longevidad imperial
llegado el momento
decir de este jardín yo no he muerto.

El Castellano y Leannán-Sídhe







II


Vengo sin palabras,
de una lumbre celeste,
como fuego quemando hasta la verde hoja,
cómo soñar, y pintarte sin arma, sin lenguaje,
cómo hacer notar sin quemarme del vulgo,

ser aire en alegría encendido,
tierra de forrajes extensos,
camino sin mar, y sin roca de mundo cierto,
hacer sentirte, sintiéndome,

sin las dulces cualidades que hiere y expone
cada primavera, preludio de tu posesión certera,
rosa azul que vibra, en su claro oscuro matinal.

Pintarte lo hondo, sin tristeza, sin trabajo,
sin palabras,
profunda noche sin luna, sin el criqueo
los grillos, que arropan los oídos insomnes,
correr hacia la madriguera, con todos campos en flores,
que en júbilo puedas llamarme
criatura hermana,
raíz de silencio salvaje.



Förüq castellano Miguel Esteban Martínez García


III
Eres mi dulce hallazgo,
alzando todas tierras de sed granate,
como un rocío fúlgido escarlata;
vigilando la avidez en labio de fuego,
soledades de baldíos insomnes,
anhelantes de tu lluvia,
dejas mi sol arder entero,
como fruto, y espino del desespero,
mi altozano refulge contigo en cardillos de las damas,
amapolas de dulce sangre terrena,
y dulceras de jaras de flores sedosas,
a medio alzarme por lamer tu carne onírica,
avanzo sin soto ni llano,
ya en el altozano,
entre aperos del misterio,
oh sol negro,
de ojo en flama a lo alto,
avoca mi parco destino,
vil, resplandeciente,
como agua bajando en hilillo la araña,
sigo, apunto, y ardo,
hago rosa en pétalo armada,
de tu lengüecilla rosada,
dormiré noches eclipsadas,
de augurios y celestes sinos,
mi metal yace sonámbulo y hechicero,
raudales de noche sorda,
como nuez de tu noguera guía doncella escarlata.


Förüq castellano Miguel Esteban a 20-01-2023

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