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Densa sombra malva, solícito

 Densa sombra malva




















 

Monte de luz,

limpia en los verdes,

dormido.

Alba fugaz de impía

soledad trasnochada.

Amanece los azules,

cuencas en botijo

sereno, colmado,

traspuesto a los iris

que ya vuelan el comienzo del día.

Su filo como nudo

doblando matices.

Lívidas hojas marcan su desdén

que acrisola;

destapa y baña los aires.

Igual ellas arredran la luz

que gotea  en clepsidras derramadas,

juntas en ojos voladores

y sus lágrimas

de unión de cielo y terreno.

Huye mi soturno caballito del diablo

perdiendo su cuerpo

en jirones que zigzaguean la natura,

de seña y aliento

inquieto en el viento.

Pausa de sombra que se quiere.

Jamás vencida dilata cauces

en violetas de poder.

Ancho, denso, desposeído,

por llanuras cabalga,

su honda llena

munición que arregaza

por resquicios

de lúgubre hendidura

y vellones,

malvas en eterno sueño.

¡Qué montañas!

Corceles en mimbre de cuchillos

de esparto,

sin brida naciendo

por oscuros ocasos;

seguro yo mando

auroras sin voz.

Bultos tenues titilan lomas.

Esta lana del cielo

que mundo cubre

hasta mis verdes tierras.

Sotos cenizos en flor de piedra

cuerpo recio de encina,

sangre en tierra elevada,

luciente gozo a ella

ofrecedle.

 

 

                        El Castellano

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