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Sed de luz, solícito

   







Cuanto te acercas a mí
miedo intuyo somero sin rivera
a estar cerca,
más cuanto te alejas
miedo a estar sin mí alegas,
dijo un librillo,
franca tu vera destrenzo,
viva esta espuela,
horizonte vasto me acercas
como lloverte amor sin cesar,
paraísos yertos sin escalas
ni vals terreno,
puridad acaso bastó
como lobo de orejas afiladas
sin aullar no era lobo,
me acerqué hocico
he irremediable
contestó un azar de tres caras
y nueve venas razones,
como derribar la franca tapia
verja de nueve cerrojillos iridiscentes,
los ángeles valientes morían primero
sin ascua eterna
ni mármol florido,
quizá puede como alimento
de vano murmurio,
hoy oso al por mayor
reminiscencias al recto lado,
acompañar tu furor de armas,
desde nimbo pasajero,
y desquicias propias trasmutadas,
al impetuoso servir de la llaga,
Pléyades cercanas como resoplar la luz
y capturarla a ojos fríos,
indicio que su halo dicta
inspiración a raudal,
halo indiscernible
que casi saboreas confines,
de sosegada dicha insobornable,
miedo a tu cercanía cuando caminas lejos,
miedo a tu lejanía cuando cerca
brillas en faz y luna imperecedera,
arrobando mi haz luminoso sin brida
ni correa,
As de trece tréboles de cuatro aspas,
era mi vida sin contar,
un brote de cruel infortunio desaconsejado,
semilla o tiesto espontáneo,
a nadie cambio,
ni dolor ni regia tristura
porque hoy me blanden
poeta raíz de dioses,
quién soy ellos y yo lo saben,
y seguimos sin tener miedo,
en esta trinchera del verbo onírico,
incuestionable
hervor de primaveras desnudas,
y solas saetas en busca de una vida
que mejor, peor, no niego,
qué mejor que un absoluto diamantino,
en esencia mineral candente,
cristal de sus pulsos
que no niego ni me arrebatan
a estigma puro revalidado
en azoteas caducas,
y ojos suaves un abril doliente,
era lo mismo,
que perder venciendo,
aojo que el buen ojo curo,
insignia las estrellas quedan muy cercanas,
si nos llaman a la lucha,
puede defienda mi patio
debido no es mío.
Divagaciones aparte,
pregunté al eco de sombra,
si quererla como uña a carne,
iluminaría mi pluma saturnina,
hoy quedé en darla un besito
como la imaginación
no osaba,
miel de afortunar, y tremendo desliz
en número y orden,
como afeitar bombilla
broma, como lamer hacienda sin construirse,
en serio pongo balanza,
y un kilo mis sueños
pesan más que cien kilos mis ilusiones,
amar, amarte, en este ente intransigente
me lleva sin anchas calzas
es flagrante,
como el cimiento del verso
es tu letra,
lo fidedigno, que me hace parte
del transcurrir minúsculo
en vida caduca que nos desliza el destino,
no hace falta amarre para osar,
ni buscar luz, cuando ya eres parte de mí...



II
Comulgo que cuando te acercas
a mí, miedo intuyo ciego
sin ribera
a girar cerca,
mas cuando te alejas
miedo a blandir sin mí alegas
enfuscó un librillo,
franca tu vera trenzo
como lloverte amor
sin cesar;
paraísos de flor
en escalas un somero
horizonte de letra.


Oh, vals terreno,
puridad de sembrar dicha
a mi pequeña ángel,
yo, lobo de orejas afiladas,
sin aullar un Sol mayor
no soy lobo,
acerqué hocico e 
irremediable,
contestó su equilibrio
de azar de tres caras
nueve razones iridiscentes
en tres venas razones
alcé un incesante grito
conmigo Musa o
quién capaz de blandirse
a sí mismo, sol tras sol,
luna por luna espolvoreada
un árbol, crece
dentro, nuestra
maravilla,
oh, magnolio de flores
escarlata, purpúreas.
Derribo ya, la franca,
tapia, verja,
de nueve cerrojillos.


cual virtud, jamás
enseñada,
sin mármol florido
de ascua eterna avanzo
sin vano murmurio
los ángeles valientes
morían primero,
gloria de ir
al Valhalla, ¿dónde?
Acompaño tu furor
de armas desde
nimbo pasajero
y desquicias propias
transmutadas,
al impetuoso servir
de la llaga,
Pléyades cercana, como
resoplar la luz
y capturarla a ojos fríos
indicio que su halo dicta
inspiración venal,
halo indiscernible,
saboreo confines,
sosegada dicha insobornable




Miedo a tu cercanía
cuando caminas lejos
miedo a tu lejanía
cuando cerca brillas en faz
y luna imperecedera,
arrobando mi haz
luminoso sin brida, ni correa,
as de tres tréboles
era mi vida sin contar,
un brote de cruel infortunio
en semilla o tiesto
espontáneo.



Que a nadie cambio,
ni dolor ni regia tristura
porque hoy como ayer
me blanden poeta
raíz de dioses en la tierra
quién soy, ellos y yo,
lo saben.
Seguimos sin tener
miedo, en esta trinchera
del verbo onírico,
incuestionable, hervor
de primaveras desnudas
implacables.
Y solas saetas, en busca
una vida que mejor,
peor, no niego,
qué mejor que un absoluto
diamantino,
en esencia mineral candente,
cristal de sus pulsos,
que no niego ni me
arrebatan, en azoteas caducas
y ojos suaves un abril

doliente, era lo mismo,



aojo, que el buen ojo curo
mi besito viene
como la imaginación no
osaba, miel de afortunar
tremendo desliz,
en número y orden,
un kilo de mis sueños,
pesan más que cien kilos
mis ilusiones.
Amarte es flagrante
como el cimiento del
verbo es tu letra,



lo fidedigno, que me hace
parte del transcurrir
minúsculo en vida caduca
que nos desliza el destino,
no hace falta buscar luz
cuando ya eres parte
de mí...




Förüq castellano Miguel Esteban y Leannán-Sídhe

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