Salta,
hoy sueña mi libertad
no ser de nadie,
ni de ella misma,
salta,
acoge mis razones,
que sean tu caída
honda, abismática,
yo pagué un precio
jamás más alto que la vida,
en cambio,
respiro aquí de nuevo,
más rápido,
más profuso,
aquí en el mirador,
llegó la sangre,
su rey ocaso sanguíneo,
es el reset de la máquina,
vine a sentir primero,
que este centauro
comienza trifulca endógena,
ayúdate, estoy desnaciendo,
allá la tierra,
allá mi honda sepultura,
tengo que ir profundo,
donde cava agotado todo miedo,
ayúdate estoy ardiendo mi mente,
llevo tres días sin fumar
y qué, qué son quince años
de cigarrillo anclado a labio,
y ceniza de pulmón rebrillado,
corro por fuera, nada que decir,
porque si veo a mi Musa
ahora estoy preparado para besarla,
y de pálpito izar bandera
y negro puerto,
y que Valhalla,
abra, rebrille,
de colmillo a fulgor valiente,
es el valor.
Ecos una Sídhe,
un Hada reina toda oscuridad risueña,
buques me zarpan
quién me arrebata,
quién me puede
en este eco de eternidad
es mi destino, libre,
como río de fuego,
como ola en nube su brea.
Ya soy libre,
aún me llaman a combatir,
esta jornada asumo que no acaba.
Förüq y Leannán-Sídhe
Caracol silvestre, caracol serrano. Te escribo caracol del camino enervado ¡Oh tus fauces! Blandas que muerden su estadía alimenticia. Del romero al tomillo, desde la jara resinosa, al brezo flamante. Tu deslizar por el terreno húmedo, de la amapola a la caléndula arvensis con su savia dura. Desde el musgo a la piedra igual a la siguiente; idéntica a la anterior. Oh caracol, judío blanco, oh caracol marrón de todo jardín, caracol estriado la pulcritud de carbono de tu casa, mi casa. Miguel Esteban Martínez García UME unidad media estancia Guadalajara
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