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Castilla

 
















Castilla:


 



Perdurable onda,
en cresterías
de la honda voz nacida,
tu profundo soto
de altas torres enfundado,
me esmalta la idea
con fragor de risueñas carrascas
las soledades del hombre ultrajadas,
agarrado a dulce señero inmóvil,
al pelaje esmaltan quebradizos
colmillos de umbrío tomo.
Cal y tierra entre follaje
de mi sierra,
pardas vidas me avanzan,
una oda al sendero
y su vida despierta
entre ojos de azores y sus ocres,
se siente, se añora,
se enraíza,
esto es Castilla,
esto es el flamear de una cerilla
de sangre henchida,
linde quieto de tierra madre,
por solares tu voz se despeña,
sosiego que tu linde oculta,
lumbre de entrañas
en quietudes de escarcha,
lento fuego ciego
de sonrisas del alba,
quédate, libérame este haz eterno,
quédese mi piel segura
al retorcer del castillo de Almansa,
honda tumba para tu belleza desvencijada,
entre piedras, y caracoles de astros
tu espada,
patio en sobriedad de tu tarde,
robusta flor entre Ermitas del mañana,
un talle del pueblo
sembrado por tu cúspide naciente,
sueño en fruto
carmesí sangrante
de tu corazón de amapola venidera,
dorada al cantar de espigas
y su mañana,
honduras de vidas
labradas cepas de sarmientos,
acoge en tu alma
este fiel ofrecimiento,
Castilla mi tierra, mi vida,
mi eterna semilla enamorada.
Fiel disparo entre acordeones
de encinas afligidas,
un marco difuso entre colchones de grama,
perdiz entre perdigones viajeros,
voy a tu encuentro,
me hablan fuentes y abrevaderos,
como tus tierras
hacen el amor con parajes dormidos,
respiro tus frías cuchillas
que entre clavos me marcan su herida,
fiel de caricia bebo la sombra
en tu calma sin despedida,
un trino quiebra el silencio
en blanca dama me avanza tu cebada,
un calor presto de caballero
a su dama hoguera,
servil entre abejas
y sus mieles alcarreñas,
tejida, lista,
vaporeada tu siembra
por siglos cobijan tus azadas
solariegas.


I

Grito a las dos castillas,

allá por ende, se juntan,

y funden en una Tierra,

la gran Gaia, Castilla,

de gracia grabada en sombra parca,

esa gracia es tan etérea,

que ningún castellano puede declararla,

ni afincarla, ella vive de

sus raíces, de la simiente

eterna que se da cuando

se bautiza a sus criaturas,

flores parejas tañen los

campos, como esparto,

y corrihuelas, como tomillo,

y romero castellano,

de brezo, a lavanda,

de espliego, a la malva sincera.



II

Yo no entiendo a las gentes,

sí de albas en cultivares

las casas no me hablan

tras el viento,

sí los montes y cerros,

que se cruzan en faldas

y en lomas y campiñas,

se unen, me hablan sus

fantasmas y piedras,

como el silencio canta,

borbotones de sangre pétrea

el ababol compañero que todos

aman, y el conejito amarillo

vive mi hinojo solar,

entre carrizos y forrajes,

entre el severo cardo.



III

Historias que el olvido alzó suyas

sigo su trino y gorjeo

solares y mesetas soberanas,

alza mi madre Tierra Castilla,

el son de una golondrina,

y el arpa bajo una encina,

vine vistiendo de brea,

como la morera de moras maduras,

vine del son de una acequia

afilando falsas avenas,

y espigas como rosas perras,

no me dejará el carrasquillo,

hablarles a ustedes,

como lo hace conmigo un jacinto silvestre.




Förüq castellano Miguel Esteban

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