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AVIDEZ ALZADA

  

















La vida es un camino que camina
a la fría ciudad de los olvidos
Río que vierte el agua de los días  ya vividos
en el mar amarillo de la muerte.

En esta hora triste,
como cubierta por el ala de un pájaro herido
Déjame que te abrace, ¡Oh dulce vida!
para que mis tristes recuerdos

Antonia García Cuesta, mi madre.


Hieran el mar azabache su pena,
embeban mis lombrices azules, desbordando el aire
que amansa y no retrocede, lleno del sanguinoso designio,
mi alegría marchaba, como azur golondrina helada de hierro.


A expensas lo surcado, flotaba mi pena
ya de tierra zarzamora, entre surco de barbecho herido
aplacaba un diablo de flores, su veneno en savia
un extranjero loco penitente, vendía ecos de alguna imagen capturada

Vida te canto, sin zozobra ni amarilla caléndula,
oh cuan en mí hiciste y me tejiste,
fiel de aguaceros interminables,
tus flamas a lo alto,

vine a ser de ti, ángelico origen de pulcra flor en bondad,
mar omnisciente pura sangre, en mí juega y acoge,
ser de, por, y para la tierra
ser ruginoso que en ti nace, surge y aprieta, oh, sendero de alma.




MIGUEL ESTEBAN MARTÍNEZ GARCÍA

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