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PRIMAVERA TU HOGUERA II

  PRIMAVERA TU HOGUERA:













I
Tu solo espíritu
de alto cielo,
preside mi honrosa vida.
Feraz raíz insobornable

como dicha falaz incuestionable

devienes primavera.

En joviales muslos

y lozanas alegrías.

Levísima, poderosa, atónita,

en alas mi Golondrina.

Alzas que me sublevas

a beber de tu fuente inarrable.

Rayo celeste, vital,

frente la tierra, todo cánticos.

Crear tu azul gloria,

es soñarla, como sueña la orugüilla

volar en alas montadas.

Azul, verde, amarilla tu sonrisa,

seno turgente mío erizado 

donde te guardo.

 

II

Me palpitas de rubor

a espada rompiendo,

esquelas y señales, sin esquemas

avanzo este humo de bolígrafo.

Mi árbol en piel saturas,

lentamente, como llueve sobre

noche de suelo mojado.

Cargado voy en verde savia,

pujante de tu hálito

fugaz, repentino, ingobernable,

como luz derretida,

y agua batiente.

Como piedra o calor esponjado.

Permite te escriba,

vomo se habla a la muerte,

para enamorarla.

 

 

III

Suspirante desliz estrellado,

aristas como filos un rubor

franqueza, de honorable sabor.

Embeberte, es de liminal

vértigo de espadas.

Atrevida, de hermosa, sensible azada,

sacas mis penas y alegría se erige,

de este tu muchacho desnudo,

que jura te amó

un día en penumbra

para así, por fín,

no perderte nunca.

Arena vívida de vergüenza

ausente, melodioso tu amor.

No aplaco, le custodio,

como mi vara de nardo

en lecho marino.

 

 

Förüq castellano Miguel Esteban

II
Defino mi osadía,
rebrillar tu sonrisa
sublimar tu metal noble,
firmeza en la antesala,
busco tu alma preludio de tu posesión.
Certera que toda certeza en quererte, ser,
amarte, despertarte del lapso dormido,
incuestionable, por debido
nací para vivir en tus ojos miel de dioses,
y madera de cipreses mi espina dorsal,
algo que encontrarte, algo que verte,
sí a tu franca alegría
sosiego incubas de beldad iridiscente al tacto,
soñar no quiero sin ti,
contigo nosotros,
en lecho de flores silvestres,
aún cardillos de las damas, ababoles,
y caléndulas silvestres las más bellas
no espero me traigas ortigas
y quejumbres
eres mi fantasear y caer rendido,
mi alarido despierto,
mi síntesis modelada,
supervivencia de mi decencia
angelada.

II
Debemos ir a la fuente de manantío eterno
del bosque sombrío.
En ese espejo los tres umbrales
veremos nuestro resurgir
del albor a raíz salvaje nuestra eternidad,
que azoga nuestra cuerda
la albilla
y mora nuestra eternidad
un devenir que abrirá
nuestro futuro son,
en alas un caballito del diablo,
y oro caracol,
necesito tomar tu mano
y no cesar mi travesía,
más allá de sierras, barbechos
y lindes quietos
cabalga el Ákritas
avanza del rayo de sol
a la puesta de luna azabache,
mansos decían,
dónde irá ese arriano,
sólo él lo sabe,
desconocen el hijo los dioses,
que va por los caminos
a una Sídhe
le prometió una flor de Hércules
de la montaña más remota y alejada
brotada.

III
Indemne se cruzó allí
con una serpiente sabia
cual ella le dijo,
si muere esa flor, 
morirá tu alma,
Es hija de los cielos como tú,
con su raíz salvaje la trajo intacta,
sin un pétalo ni hoja heridos,
su Sídhe se emocionó
al ver su ofrenda,
a la orilla del río la quiso,
a la orilla del río
su Ákritas la plantó,
juntos en el castillo del Ákritas
vivieron,
cada primavera fueron a visitar
su flor ancestral
de la orilla del río
el valle de las sombras
y la fuente eternal.
Aquella flor era de las primeras en crecer
divisó Gaia madre Tierra,
antes que los helechos...
Tan antigua que osaba
una capacidad de sentir
como los humanos.

Förüq y Leannán-Sídhe
11-03-2024

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