OBSCURO LABRADOR
Anochece en la Campiña
día que se acuesta sobre su
violácea sábana,
sobre su lanza de tajos
en su letanía almibarada.
A lo largo los secos hoyos del Sol,
te hablaré claro
que alto como la altivez expone,
prometedora, de luz en botijo,
de visión alentadora que meces,
entre el iris unos campos fugaces,
al ritmo de verdecillos
posando el álamo,
y sus barbas del antaño,
un labrador va contento
a regar con el sudor sus manos,
enerbando cientos espejos mágicos
que adentran su tierra,
ya el sol despliega su tumba negra y tibia
donde brilla la luna gibosa creciente
de mis deseos,
tuerce su rayo testarudo y lastimero
y sólo brilla ella,
mi pequeña estrella,
sombras cual saetas ya se esparcen,
tocando primer tañido
a mi bella profecía,
apagando el eco lleno de infinito,
alzando una espectral obscuridad,
ya la aurora, de tenue resplandor
calza la letana caricia
por salir su alba,
silba el sueño del angosto labrador
y su descanso
azota los cálidos reflejos su Sol,
mientras enamorada
danza un rayo de luna penitente,
el alarde vestía su calma,
la tierra, ha de ser su rica fuente,
tapada la ciudad
su parral sentido claramente
su pliego de luz prometedora,
su signo final
que llamó Gloria.
Förüq y Leannán-Sídhe
El Inocente
Miguel Esteban Martínez García
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