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Sombra de abeja

 







I
Sonatina extensa. yerta,
envellonada flagro que venzo
al son cobrizo del metal noble
sin márgen , ni acerbo, ni curva,
un solo de quebradiza arpa
traspuesta; por los sucesos difuntos
cabalgo hacia la decimo octava estrella
sin franca, tapia, ni verja
es un sol inmiscuido
de onda ojera de luna argenta
es mi sino.
Carrusel infranqueable de espinosas
aspas de estrellas y su luz que ciega
es un cantar a reina Musa
es un helítropo sondear,
buscando a Leannán-Sídhe
por concavidades de su hogar
por astrales límites de su unión
con mi sujeta sangre de mi erizada alma.


El castellano y Leannán-Sídhe

II
2010
Navegando en el horizonte mi destino,
buscando tu sonrisa en cada amanecer,
velando el tiempo de cada anochecer.
Llamándote en silencio con cada recuerdo,
volviendo siempre al comienzo del sentimiento,
dejándome llevar por el dulce tormento,
conteniendo las palabras en el viento.
Ya quiere caer el lamento, dejar libre el intento,
verte llegar, el silencio deshacerlo-
Saborear tu piel bajo las sábanas,
la miel de tus labios tener,
hacer tus piernas estremecer.
Endulzar el momento con una caricia,
compartir día a día, abrazándote en la noche,
sólo con tu amor ya no sería pobre,
sólo tu te quiero se eleva en mi cielo,
mi dulce sustento que quiero.
Mi corazón quiere navegar hoy por tu interior,
sentir cada flor que forma tu piel,
tener tu aroma como velo que embriaga.
Quiero quitarte la ropa, besarte, que me sientas dentro,
recorrerte en cada caricia, hacerte sentir, oírte gemir.
Quiero mi despertar para verte llegar.
Viene acariciando, ella,
con sus palabras altivas,
desvanecerse quiere, con letras solitarias.
En sus ojos los luceros,
por sus labios disfruta el piropo.
Despeinarla con caricias piden sus manos.
El dulce golpe de tu voz quiero escuchar,
difícil de olvidar, todo por ganar.
Creo que la quiero.
Pues díselo.
Calma para llegar,
por poder luchar y no abandonar.
A veces invade mi pensamiento,
y más deseo crea su recuerdo.

Pienso que no estaré a gusto hasta que no la diga lo que siento.

Esteban er-lobo bohemio


III
Recto escalafón
dorado al beso no dado
oh Calíope;
baja imploro
te estoy construyendo
un cielo dorado a ras terreno.
Madre ancestro de Musas
figuradas y primigenias.
Estuco tu mirada de puro cuarzo
y tu semblante de estrella inviolada
avanzo tu esmeralda de mujer cristalina,
beso tus pies descalzos Musa.
Necesito colmar tu atrio
de caléndulas y rosas de muerto
abriendo fragancia de mujer desnuda
al Paraninfo yerto Castellano.
Yo, raíz de los dioses en la Tierra, tú, mi flor de Hércules.

El castellano Miguel Esteban



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