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El oro rojo del Rey, solícito


magnolia de oro de Musa y mía
 Auge




















 Oculta intención en aire

que espiro,

suspiro breve mecido

en agua helada una mirada,

al final y comienzo de todo,

como un pronóstico que se anticipa,

al espejo y su pececillo de plata,

flores niñas ya no danzan

un cierzo de noviembre veleidoso,

que arrastraba hojas como forrajes,

besos como nieve roja,

aroma de azul caída,

el miedo no sonaba en los corazones helados,

sí el rubor de campanario,

en cal viva, peces y pájaros

al festín de Dante y Baco,

era el resonar del oro rojo del rey,

por cielos vastos,

y vidas de un pez de papel,

tiempo de caricias llegaba,

como a callar una razón enlutada;

mañana y pasado seguiré viviendo,

al otro lo dejo en tus manos,

beso tras beso deshojado, desposeído,

fauces un vil olvido de filo

renacido,

iré allá, donde el océano no envuelve,

a buscar mi tristeza perdida,

y una ola serena de espuma breve,

mi rostro en vidrio 

como plañe el azur un libro,

árboles cantores

un bosque perdido,

cada vez que voy a encontrarme,

bosque de nieve granate,

y vetas oro noble,

campo, campo lindo,

hay en mi olvido,

vestido de zarza y endrino,

calidez de transparencia,

signo febril de hoz,

y simiente,

ternura tanta monte santo,

que quien a ti vino,

es peregrino,

existe mi pena que ya no mira,

si acaso pasa.

Naipe como caracol

del resto de mi espejo.




Förüq


II

Fue un día hecho,

como ninguno,

no me sostenía

niebla alguna, mental, mundana,

no buscaba yo honores,

ni delicias otorgaban

destinos ni azares,

encontré sin planear

ni anticipar éxito alguno,

un tesoro brindó la tierra,

una maravilla,

un tesoro hecha flor

de los difuntos,

era frondosa cubierta 

de numerosos botones

de flores de pétalos naranjas,

como el fuego difunto más vivo,

se me reveló a continuación

el segundo tesoro

de sangre Azur del rey

era una rosa abierta,

tan bella que cuando ella hablaba

callaba toda la belleza del patio de la araña,

era escondida entre la maleza y forraje

la envidiaban y protegían,

la rosa Azur del rey,

sólo abría en flor

una vez cada cien años,

yo pude acariciarla,

y obtener el tesoro su belleza

iracunda en mis retinas de ojos,

tal revelación del descubrimiento,

brilló mi intuición,

y solo pude atribuir

que era rosa Hija del atardecer

y la hermosa Alba que precede 

a la Reina Luna,

mi ignorancia no deslumbraba ya,

como tesoro de necios,

ni tinieblas envolvían mi pensamiento,

me sentía vil, afortunado

sin importar comparación,

no entendían mis anhelos

ni pretensiones,

el por qué ni para qué mis dones de tierra

me fueron otorgados antes yo nacer,

todo llegaría resuelto a su momento,

como la luz surge de maternal cristal oscuro,

veo mi futuro en mi mano

para lucharle,

y por lo tanto

conozco lo que no debo

ni considerarlo.



Förüq



III

I

El Canto de la Perla:

No existe mejor en la Tierra

que el magno, noble y hermoso amor

por él nos medimos con dioses,

por él nadie aflige a otro.

Dejádnos pues cantar al Rey

y que resuenen todos los mares y tierras,

yo pregunto , dadme respuesta.


II

¿Quién nos ha transmitido la vida?

El amor

¿Por quién hemos nacido?

Por el amor

¿Sin qué estaríamos perdidos?

Sin el amor


III

¿Quién nos ha engendrado?

El amor.

¿Por qué nos han alimentado?

Por amor.

¿Qué debemos a los padres?

El amor.

¿Por qué son tan pacientes?

Por amor.


IV

¿Quién es el vencedor?

El amor.

¿Se puede encontrar el amor?

Por el amor

¿Quién puede unir a los dos ?

El amor


V

Cantad pues todos

y hacer que resuene el canto

que glorifique al amor

que se digne crecer

en nuestros señores el Rey y la Reina;

Sus cuerpos están aquí, el alma está allá


VI

Si aún vivimos

dioses harán,

que al igual que el amor y la gran gracia

las han separado con fuerte potencia,

igualmente la llama del amor

las reunirá de nuevo con felicidad.


VII

Esta pena

en gran alegría,

será transmutada

por siempre,

aunque hubiera aún sufrimientos sin cuento.



Mercurio


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