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Hambre de espejo






Saturninos labradores,
acoged esta mi siembra de nácar
y ruda plata.
Pasean mirlos fugaces,
escarbando mi vestigio de idea,
que era esta como lombriz purpúrea,
sanguinosa;
sonaba ya la muerte de una trompeta angelical,
su blanco veneno en notas de savia.
El vuelo de la azur golondrina, ya batía
y revoloteaba mi cabeza,
una ternura mercurial nos acogía,
entre aspas de cánticos fulgentes.
Pasaba mi sangre,
creando río,
rito de todas flores desangradas,
olvido perenne sobre un tapial florido,
igual que verse en su espejo de talento y sigilo,
entré a la posada de Fuente la higuera,
y pedí me sirvieran una vespertina rosa celeste,
aquella rosa azul cantaba que no hubo paz difunta,
ni guerra tras conocerla,
escuadra broncínea eran de ella
aquestas espinas infranqueables.
A la rectitud flamígera lanzo un son,
por cuantas alegrías
anublaron hasta el sollozo,
aquella mi siembra marcial.


Förüq castellano Miguel Esteban

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