Ir al contenido principal

Tu amapola de fuego

 







Te oigo pronunciar
mi nombre bajo
tus secretos labios
hundidos en aurora,
entablan casi,
reniegan de tu resurgir
de tinta, llama,
sangre, musgo, 
o las tres potencias
oh, de mi alma,
perdida en tu abismo
de letra y conspiración
angélica donde duele
la estática cicatriz
deja tu humana voz.

Förüq


II HOJA

Siembra en el suelo
la misma carne hace
sombra de los dientes
clavando simiente,
de ala amarilla
o almendra rápida,
sí, abres mi habitación
de cofre en pecho,
todo duele menos el amor
que te confieso,
hice hilera de rastrojos
y piedras de labriego;
acariciaba la yerba,
su secreto de cuerpo
bajo tierra,
hice foso con urna
y ornamentinas para
ofrenda con cuenco
para agua, tu agua virginal.



III
Eternidad remarcada
en seno una olivera,
marcando el amor sobre
un campo florido
entre falsa avena
y docenas forrajes
crecía allá entre
la cizaña, mi amapola
llamé de fuego,
temblor de piel íntima
donde te reflejas
en su corazón vivo.
Mi destino ya quiere latir
en tus manos cuando duermes
enlazar mis ramas sordas
con tu lenta humedad
insobornable,
sea mi sombra por fin
delicada sierpe, no te lastima.


Förüq


Comentarios

Entradas populares de este blog

Oda al caracol silvestre

  Caracol silvestre, caracol serrano. Te escribo caracol del camino enervado ¡Oh tus fauces! Blandas que muerden su estadía alimenticia. Del romero al tomillo, desde la jara resinosa, al brezo flamante. Tu deslizar por el terreno húmedo, de la amapola a la caléndula arvensis con su savia dura. Desde el musgo a la piedra igual a la siguiente; idéntica a la anterior. Oh caracol, judío blanco, oh caracol marrón de todo jardín, caracol estriado la pulcritud de carbono de tu casa, mi casa. Miguel Esteban Martínez García UME unidad media estancia Guadalajara

Pioneer

 

Al Duero

        Duero: Grita mi estupor y cuchillos hieren volteando una boca que la onda mece flameando. Se duerme la costilla en el altiplano enjutado de hayas y fresnos recuerda su geología únicamente saboreada por el soñar de los picos, virginal cuna del Duero con tus curvas en rotonda de castizas fuentes y abrevaderos, dulce azada de agua que bascula el sentir de la enamorada palabra, por cimas tu voz se hace meseta haciendo el amor con los pájaros dormidos, templo y morada de la cepa que a ti te alcanza, agua furtiva corre por tu era y reposa en tu infinita onda, que se riza, que se insinúa en vaporizadas Torres de belleza, que en tu alma anidan, sortilegio de rosa y clavel cenit del dolmen tallado, quién a ti en la vastedad del ser en su pecho te lleva prendido el fuego en fanal hoguera en anchos panales de tus abejas. Cuentan de la vida del chopo tus diez mil espumas, que por sierras tu rúbrica dejas, navegante con alas azules el terreno que jamás te vence, secretos...