I
En angostos días
han de ser luto
eterno en memoria.
Después de la lucha vana,
de la dura opresión
que gemía su tierra;
sin aliento
y el cuello pusilánime
tendía a un tiempo
que destino cerraba,
sus puertas desquiciadas
del ''Imperio del mal''
todas plagas sobre
España, acuciaba.
Entonces, pedí a mi
espíritu:
II
-Abre las puertas
golondrina, vuela,
huye a la meseta
castellana, y vive
allá de la miseria ausente.
Mostraba la huella
sanguinosa de este oficio
sin remuneración.
De siempre abominable
trono; se apareció
un espectro azur
y una dama
junto a él me vio.
III
Vi su sed de sangre
y su firme hipocresía.
Oh, mundo todo adoración
y amores.
Se mostró entonces
una pesada sombra
de frente pálida y odiosa,
ojos de víbora lucía,
le dije: -Príncipe Carlos
la sombra de la muerte te oculta,
y aún pretendes fascinar,
que engañar,
ni tu sangre real,
ni tu noble candor,
mi felicidad pudieron arrebatar.
MIGUEL ESTEBAN MARTÍNEZ GARCÍA
FÖRÜQ Y LEANNÁN-SÍDHE.
EL CASTELLANO
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