En la soledad de mi cuarto
son tus recuerdos los que me
hieren, tus labios, los míos hierven,
tiemblan...
En la oscuridad de mi cuarto
es tu figura la que me
acecha y me provoca un
cáos febril de deseo y pasión.
Pero tú no estás, y no estás,
no estás.
Tu recuerdo recorre todas
mis neuronas con miles de
imágenes, cada una añorando
un pedacito más de ti.
Agarro con fuerza mi almoha-
da pensando que eres tú
y una tristeza comienza a
invadirme, lágrimas salen
de mis ojos, en ellas se puede
ver tu imagen reflejada.
Ardores me entran en el pecho
de saber que no vendrás, que
nunca volveré a tenerte,
que estás ausente y mis lá-
grimas se convierten en lá-
grimas de sangre porque
me ha estallado el corazón
de una sobredosis de pasión.
2008
Caracol silvestre, caracol serrano. Te escribo caracol del camino enervado ¡Oh tus fauces! Blandas que muerden su estadía alimenticia. Del romero al tomillo, desde la jara resinosa, al brezo flamante. Tu deslizar por el terreno húmedo, de la amapola a la caléndula arvensis con su savia dura. Desde el musgo a la piedra igual a la siguiente; idéntica a la anterior. Oh caracol, judío blanco, oh caracol marrón de todo jardín, caracol estriado la pulcritud de carbono de tu casa, mi casa. Miguel Esteban Martínez García UME unidad media estancia Guadalajara
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