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Flor de tierra

 






Afilaba mayo una primavera rigurosa,
con un ciprés escarlata, un álamo todo fuego
danzaban simientes entre crascitar del río,
me vio nacer,
elevando surtidor de rizos y viento curvo
teje sus ondas, iba que venía
encendida su agua,
como sin fin violines azules
criqueando entre el canto rodado
su fondo un mar de cangrejos rojos
de río americanos,
bogaban peces como tencas,
y peces gato verdi-marrones
entre carpines y percasoles,
bogas esquivas cual veloces fósforos,
se abastecia un sosiego temprano
tranquilo por píar de pachoncillos
benévolos,
Musa descansaba bajo sombra
un chopo acenizado,
su reposo era habitual,
a seguir creando,
se erigía entre la grama
un rosario de madera
y un cristo en cruz de barro,
el aciago fulgor arrullaba hasta el más hondo sueño,
yo lancé mi atarralla con carne en anzuelo
entre aquellos juncos de río
buscaba cosechadores de agua
ávidos cangrejos de fondo de río,
sorpresa no tardó
subí un galápago leproso atrapado en mi trampa,
ternura fue dejarlo en libertad
que corriese su gen de condición,
aquel Sol ya casi era ascua solar,
casi hasta se cansaban galerías de sonidos,
entre avecillas entre fronda de rivera,
fui a embellonar a Musa con un besito,
y dejar se construyese la noche de profecías.


MIGUEL ESTEBAN MARTÍNEZ GARCÍA

El Inocente

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