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Traslación extraordinaria

 







Vidrios de ventanas
a una condensación eterna,
auge de una noche que no llegaba,
llegada la hora
las 21:21 marqué
a una voz estertora
que hace dos días
le invité a cenar conmigo
en el Valhalla,
oh de plan funesto el mío
esperaba atendiesen,
flores y campiñas,
soliloquios,
y probes diablas,
era un festín incrédulo,
una pizza descongelada 
y horneada,
esperaba escuchas ecos de profundidad,
halos vestigios,
un sueño de carne y mozzarela,
sin ser burdo avanzo,
una voz suya que perpetraba riscos
y montañas,
ríos y sus destinos amables,
era su voz,
nunca descrita,
como la figura la bella,
y la bestia relámpago,
un conocerse
y negar conocerla,
una sábana espectral,
bordado por la criatura más bella,
onírica, que solo dioses y ella,
podían sostenerla,
un halo y silencio atronador,
cual áureo semblante,
fiel pesquisa jamás saboreada en compañía,
verdad de otra verdad,
erigirse alto,
tan alto que ni caída osaba,
voz de facha y semblanza
como cuando abre una flor de loto
y tarda un siglo en dar simiente,
que todo dice,
que la polaridad extraordinaria
de todo lo relatado,
no es más que una mera verdad,
la saludé como saluda un caballero,
sin menoscabar palabra,
que sonora, no sonó ninguna,
contestó un eco sordo en altavoz,
como máquina que al colgar
sonó una trompa de Babilón,
que era un vil buzón contestador.
Nadie lo esperaba,
conté los tonos certeros
fueron tres válidos
para sin ella empezar a cenar
con la Virgen de la Soledad.


Förüq y Leannán-Sídhe

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