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Numen mis dioses

 










Al soberano fulgor
rindo mis cuentas,
al plácido pie de manantial
en fuente sagrada rebrotado.
Trompa que conjugada
con los clarines que sólo
las guerras apremian.
Por cielo medroso
tocaré la lira
en serie los vates líricos
enaltecido yo, tocaré raudas estrellas.
Enaltecido yo, por primavera tangible
y su aciaga, pretil gesta
de lluvia sembrada.
Yo, funesto hijo de Pirra
impetuoso príncipe en templo
de la Vesta.

II
¿Cuál quejosa sierpe,
viene a morderme?
Ojalá mi diosa regrese 
ya al  cielo y refulgente
guarde estrellas en los rediles
que alumbren al padre de los vientos.
Mi madera de ciprés,
y triple lámina de bronce.
Oh, funestas Híadas.
¿Qué clase de muerte apremiáis,
al que contempló sin lágrima ni pavor 
vuestro final sin principio anunciado?
Mudanza no lloran
mis castos dioses.


III
¿Quién osado, el que
me resplandece sin haberme conocido?
Falaz sierpe viperina,
a pared de templo ofrendo mi fortuna
que escribe dignamente
glorias sangrientas
en solemnes premisas
como feroz soldado
hablando en escritos
valiente y vencedor sus enemigos.
Lloro mis sinuosos arroyuelos
sanguinosos como hombre
de cielo oscuro.



Förüq castellano Miguel Esteban


Comentarios

  1. Carlos Alberto Huamán (Perú)

    Numen, mis dioses

    Este poema de Miguel Esteban es un canto a la divinidad y a la naturaleza. A través de imágenes vívidas y un lenguaje evocador, el autor nos sumerge en un mundo donde los dioses y las fuerzas de la naturaleza se entrelazan. Aquí, el fulgor del sol, el manantial y la lira se convierten en símbolos de lo sagrado y lo misterioso.

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