Ir al contenido principal

Hipsípila

 Fuente: Wikipedia 


En la mitología griegaHipsípila (Ὑψιπύλη / Hupsipúlê) era la reina de Lemnos.

Hipsípila salva a Toante. Miniatura de Robinet Testard para una edición del siglo XV de la obra de Giovanni Boccaccio De claris mulieribus

Durante su reinado, Afrodita maldijo a las mujeres de la isla por descuidar sus santuarios, por lo que éstas desarrollaron un caso extremo de halitosis que repugnaba a los hombres de la nación. Por ese motivo, los hombres comenzaron a mantener relaciones con las esclavas que habían sido capturadas durante las invasiones a Tracia. Las mujeres de Lemnos resolvieron vengarse y, una noche, mataron a todos sus parientes varones. Sólo Hipsípila perdonó a un hombre: su padre, Toante,[1]​ a quien ocultó para salvarlo de la matanza.

Poco tiempo después de la matanza de varones, Jasón y los Argonautas pararon en Lemnos en su camino hacia Cólquida. Los Argonautas permanecieron en Lemnos varios meses y, en ese tiempo, mantuvieron relaciones con las mujeres de la isla. Hipsípila quedó embarazada de Jasón, quien le juró fidelidad eterna. De esta unión nacieron los mellizos Euneo[2]​ y Nebrófono[3]​ (otras versiones llaman al segundo mellizo Deifilo[4]​ o Toante). Jasón continuó su viaje y pronto olvidó su promesa.

Las mujeres lemnias, furiosas porque había salvado a su padre, obligaron a Hipsípila a huir para conservar su vida. Ella y sus hijos fueron capturados por piratas, quienes los vendieron a Licurgo, el rey de Nemea. La esposa de este destinó a Hipsípila al cuidado de su hijo Ofeltes (también llamado Arquemoro).

Cuando los argivos marcharon contra Tebas, pasaron por Nemea y, después de encontrar a Hipsípila, esta los llevó hasta una fuente para que sacaran el agua que necesitaban. Al hacerlo, dejó al niño por un momento; fue entonces cuando una serpiente se enroscó en él y lo mordió, produciendo su muerte. Su madre trató de salvarlo, pero ya era tarde, entonces decidió matar a la serpiente y, posteriormente, sepultar a su hijo. Licurgo deseó vengarse de Hipsípila, pero el líder de los argivos, Adrasto, la protegió.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Oda al caracol silvestre

  Caracol silvestre, caracol serrano. Te escribo caracol del camino enervado ¡Oh tus fauces! Blandas que muerden su estadía alimenticia. Del romero al tomillo, desde la jara resinosa, al brezo flamante. Tu deslizar por el terreno húmedo, de la amapola a la caléndula arvensis con su savia dura. Desde el musgo a la piedra igual a la siguiente; idéntica a la anterior. Oh caracol, judío blanco, oh caracol marrón de todo jardín, caracol estriado la pulcritud de carbono de tu casa, mi casa. Miguel Esteban Martínez García UME unidad media estancia Guadalajara

Pioneer

 

Al Duero

        Duero: Grita mi estupor y cuchillos hieren volteando una boca que la onda mece flameando. Se duerme la costilla en el altiplano enjutado de hayas y fresnos recuerda su geología únicamente saboreada por el soñar de los picos, virginal cuna del Duero con tus curvas en rotonda de castizas fuentes y abrevaderos, dulce azada de agua que bascula el sentir de la enamorada palabra, por cimas tu voz se hace meseta haciendo el amor con los pájaros dormidos, templo y morada de la cepa que a ti te alcanza, agua furtiva corre por tu era y reposa en tu infinita onda, que se riza, que se insinúa en vaporizadas Torres de belleza, que en tu alma anidan, sortilegio de rosa y clavel cenit del dolmen tallado, quién a ti en la vastedad del ser en su pecho te lleva prendido el fuego en fanal hoguera en anchos panales de tus abejas. Cuentan de la vida del chopo tus diez mil espumas, que por sierras tu rúbrica dejas, navegante con alas azules el terreno que jamás te vence, secretos...