No ofrendo mi locura extensa, inhabitada. No existe temor pueda hendirme la pechera, quizás tuve sí al vacío perplejo conlleva la soledad tan inextricable que solo encontré la llave para fulminar perdiese o no, con mi problema hoy canto que la vida la hicieron para condenarse entonces verdad dice: La muerte no la hicieron para salvarse quisiera saber por qué me tiré por la terraza quizá en un mundo de premio y castigo y dulces tormentos acrisolados ahora soy el único sano sin miedo, hacer el bien y que lo demás caiga en picado, mirando a la gente caminar mirando un lugar yo me pregunto acaso ellos saben dónde irán, queda claro qué hay allí lo sé hoy seguro, más soledad. Förüq el Condenado
Parnaso devorado mar de sienes ingentes caricias, mísera era ala. Escalé mi dulce yermo y sonrojo acontece fiel de almíbar lira y arpa el serrín de destino, oh tormento jamás yerto, no te necesito, me necesitas fiel de asidero. Va mientras mi barca procurando paz de un conflicto nunca existió. y ella, dudo de su realidad; jamás mil máquinas parirán la Flor. Förüq y Leannán-Sídhe