En un mundo
que es más fácil ver
que creer en los ángeles,
disparo alto allá en noche con luz apagada
dentro mi alma
el suburbio todos los condenados
cabalgo al destierro,
mi apoteósica ciudad
de gusanos rodados
e insectos varios fornicadores
recuerdo, recuerdo
soy la noche
que volverá luz intransigente
transeúntes de mi cabeza despuntan,
es una lazada fácil de olvido
y volví a pescar la llama
mi memoria,
dices a solas un silbido entre manos,
mis anzuelos eran inefables
blandía la última profecía
de la ceguera,
el silencio es más hondo que un grillo,
mi sangre es árbol alentando sus raíces:
ángel a imagen del pájaro
tal vez irrepetible,
caído, contrahecho,
animal de dios,
y cicatrices que me custodian,
no hay nadie más que mi palma,
latido insomne una madrugada
jamás desapagada,
alguien dijo sangre
sí, yo soy
éter y llama de fuego azur
silabario exacto,
porvenir enjaulado,
allá con mi libélula a cuestas avanzo,
tierra prometida
tierra de nadie ni de ella,
tierra nueva
maravilla oculta
tu saliva ignota
terneza de la línea solitaria,
y este dolor,
latido pétreo coagulado,
recuerdo que me conjuga los ojos
tantas noches yo esperé al borde de la sequía,
y hoy, lo siento
no me quedáis penas
quizá una arrogancia incendiaria
uno en hoja de avión, de aire,
el último alistado a morir gratuito,
me arrodillo,
busco a mis dioses en tu mirada,
sin embargo
la vida es movimiento,
verdad de alguna calle, otra memoria,
tendremos amor, algún aire que se escapa
de algún ojo.
Miguel Esteban Martínez García
Förüq y Leannán-Sídhe
El Inocente firma
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