Mirada lasciva:
La noche incitaba a la pasión,
era luna llena,
mis pelos erizados
por la suave brisa
que movió tu pelo,
lo que me permitió ver tu sonrisa,
fue tan tierna,
que se me erizó otra cosa también,
tu culito redondeado,
con esos pantalones vaqueros,
apretados que marcaban tu lencería,
tu mirada inocente y tímida,
tus labios carmín,
en tu boca todas las flores,
mi lengua saboreando tu carmín
sabor a fresa,
tú, acariciándome,
tus ojos mirándome lascivamente
como una vampiresa a punto de morder,
empezaste a morder mi cuello suavemente,
con tu lengua definiendo el chupetón,
llegas a mi oreja,
empiezo a sentir una sensación de cosquilleo
que me recorre todo el cuerpo,
tu aroma entrando en mi interior,
mis hormonas emanando
por todos los poros de mi cuerpo,
mis vaqueros desabrochándose solos
por la presion vascular y arterial,
ahora es mi momento,
bajo con mi lengua por tu cuello dándote besos
y haciendo ventosa,
te bajo los tirantes mordiéndolos,
te desabrocho el sujetador
y sigo bajando con mi lengua
y hago el circuito de tus curvas
terminándolo con el freno de diente
mordiendo tu pezón,
tú empiezas a acariciarme,
suspirando levemente con un gemido
que bombeó más sangre a esa zona que acariciabas,
fui acariciando suavemente todo tu cuerpo,
te desabroché el primer botón de tus vaqueros,
y deslicé mi mano lentamente hasta palpar
el segundo tipo de labios
que tienen las mujeres y contemplé
como cerrabas los ojos
y te dejabas llevar por el placer
gimiendo tiernamente;
llegaron las doce,
y me transforme en una criatura medio hombre lobo
medio vampiro devorándote
en la hierba a la orilla del río,
con cámara de visión nocturna de mis ojos,
pero aquello fue como un sueño
que lo hubiesen rebobinado hacia adelante
y todo lo q deseaba surgía cada vez más rápido.
Tu cuerpo me volvía loco
y aquella lágrima mía
de todo mi sufrimiento, se borró
de mi cara, aquel día,
se convirtió en placer,
en sentimientos que recorrían tus besos.
eran como una nube de algodón de azucar
y jamás los podré arrancar de mi corazón.
Te quedaste dormida en mi hombro
y desaparecí entre la tiniebla,
de vuelta a mi cueva y a mi triste realidad.
Miguel Esteban Martínez García
No niego lo primero salió de mi cuaderno, barbaridades o no veintitrés años más tarde puedo decir me fui tejiendo de escombros, y no es rinda cuentas sé quién no soy y lo que desheché, pero no debo de borrar nada y no he compartido ni sandeces, gracias 🫂
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