Trenzado del terreno: Abro de mí, la rigurosa sombra acogedora de mi blanco almendro fresco dosel que presta almazaras llenas de olivos, hermana del negro hilo cuándo mi jardín florido. Rasguña con tembloroso sigilo de savia dulce su arroyuelo. Blanca luna que me reflecta en los sabios bosques, que sus mieles Himeto me concede, colinas serenas me aguardan, y en las prósperas perviertes, apacibles bellezas parirán tus ojos; Lágrimas sobre mis tibias cenizas de aquel que duelen y sigue porque son del poeta que te ama. Derecho, en espumas trenzo vaporosos ríos de mi sangre, vernal lozanía que aún gozo como luce la flor sepulcral. Ceñida cabeza tuya de las rosas más vivas, ¿Quién cauto te hará cortesana? Raudos Lapitas no hay futuro mejor, el viento me pulirá su acento, bien funesto que considero que me sembraron de la bronca hendidura que no sucumbe ni se hiende, Baco enseña haciendo danzar Ninfas, aguzaban sus canciones, pobre labriego este que nu...
Parnaso devorado mar de sienes ingentes caricias, mísera era ala. Escalé mi dulce yermo y sonrojo acontece fiel de almíbar lira y arpa el serrín de destino, oh tormento jamás yerto, no te necesito, me necesitas fiel de asidero. Va mientras mi barca procurando paz de un conflicto nunca existió. y ella, dudo de su realidad; jamás mil máquinas parirán la Flor. Förüq y Leannán-Sídhe